10 de julio de 2009

Me siento muy nostálgica últimamente...
Como los viejitos de mi pueblo que aún conservan una costumbre muy del sur y se sacan las sillas de tela plegables a la entrada de sus casas para poner cuerpo, luz y cara a sus recuerdos y compararlos o echarles un pulso a los de las puertas vecinas.

No es que me vaya a poner tampoco a cantar la canción de Karina del dichoso baúl, pero este fenómeno meteorológico interno me tiene en ascuas, porque yo soy de las que se levanta por la mañana cualquier sábado inconcreto y lo primero que dice es: "¿y hoy que hacemos?". Bueno eso es lo que digo yo que mi cuerpo suelta sin encomendarse a nadie y menos a mi "pues hoy va a ser que nada", y entonces tan sólo nos tumbamos muy juntitos mis anhelos y mis huesos, para ver cualquier película piratilla en mi tele del Alcampo, ya que los aires acondicionados huracanados de los cines me catapultan sin ninguna consideración al salón de mi casa durante todo el verano.

Pero ayer pude dar un paseo en bici de esos largos de antes de. Hay veces en los que las treguas se agradecen y siempre que noto que se aproximan, antes ni siquiera que ondee la bandera blanca salgo corriendo con mi cuerpo por la puerta. Hacía mucho calor, pero no importaba. Bueno no importaba hasta que tuve que buscar un banco. Me senté agarrada a mi botella de agua y cuando pude respirar me di cuenta que una señora mayor que no sudaba ni siquiera una gotita me miraba divertida desde el otro extremo habitado.

- ¿Quieres una violeta? - dijo tendiéndome una pequeña cajita de esos caramelos tan especiales que no sé porqué razón, puedes encontrar en los bolsillos de todas las abuelas si los pides y si no también.
- Pues si la verdad...
- Vete por la sombra que hace mucho calor...
- Gracias

Hernán Cortés fue un conquistador o un hijo de su madre, dependiendo del lado del charco que lo estudies, pero también era el nombre de la calle en Madrid de esa pequeña pensión del cuarto piso. Me dijo por teléfono que la dueña me dejaría entrar, que subiera que él llegaría un poco más tarde. Yo llevaba un vaquero negro y una camisa repleta de flores. Me tumbé en su cama y esperé. Desde allí podía ver los rostros de piedra de las cariátides de la casa de enfrente, hieráticas, mudas, cómplices me observaban..
Tenía 16 años, él 14 más. Contemplaba su universo muy quieta sin atreverme siquiera a respirar, el gran armario de madera maciza frente a la cama, el pequeño lavabo a su lado, una vieja alfombra que contaba historias, porque se bebía los libros apilados unos encima de otros formando columnas imposibles, la ventana abierta de par en par, los ojos de piedra de las damas de enfrente, la mesa llena de papeles con trozos de versos, "Los versos del cápitan" en la mesilla y yo...

Él era escritor y decía cosas como:

"un violoncello, es sobre todo, una mujer sola,
traje de arce que aprendió del arpa de David
Ese maldito empeño de la lluvía
por transmutar metales,
de andar con los pies desnudos el profeta"

Y yo por aquella época gustaba ya por lo visto de los hombres atormentados que dedicaban versos a una tal "Ana" a la que yo le tenía mucha envidia. En ese momento en esa habitación, esperándole por primera vez no sabía si algún día yo me convertiría para él en algún verso. Pero sé que era algo que deseaba por encima de todas las cosas...

La puerta se abrío dándole paso. Llegaba del trabajo. Ese día ninguno de los dos iba a reclinar la cabeza sobre mi libro de matemáticas para tratar de encontrar una explicación al mundo. Era mi profesor particular de esa asignatura del colegio. Me sorprendía mi osadía, nunca antes había estado a solas con ningún hombre. Le miré desde su cama y él se tumbó a mi lado, me besó y me acarició y yo no me atreví a moverme igualito que un reloj
varado en algún tiempo, con miedo sólo a que les diera por avanzar a las manillas...
Recuerdo que pensé que podría estar para siempre entre sus brazos.

Desabrochó mi pantalón muy lento mirándome a los ojos buscando una negativa que no encontró por ninguna parte. Recuerdo que me besó muy lento entre las piernas, que su lengua comenzó a rozarme levemente, que se me salió el corazón por la boca y lo tuve que poner con cuidado al borde mismo de su mesilla, que le dije "espera..." mareada, y que él puso una mano sobre mi vientre y dijo: "Por favor, dame sólo un poco más. Sabes a violetas..."

Después me senté en la alfombra y le leí en voz alta "Si tu me olvidas". Él tumbado en la cama me acarició la cara, yo besé su mano y sonreí.

Nunca le olvidé...

10 comentarios:

Elen dijo...

Me gusta ver como narras esas nostalgias que se quedan varadas en algún lugar del alma.... y esas violetas!! .. cuantos recuerdos!!
Un besito, niña.. y buen finde

Joey dijo...

Joe, se empieza por tener nostalgia, y se acaba sufriendo con la morriña y los recuerdos, pero bueno, hay que tirar para adelante, y crear recuerdos nuevos! Bicos

Gata dijo...

Gracias Elen. Un besito pa ti ;)

Joel!! jope si sufro ya por algo que ocurrió hace 20 años ¿he dicho 20? coño! veinte años...pues mejor me pego un tiro y acabo antes ;P emmm solamente describo, recuerdo y describo q no tiene nada q ver con sufrir. Un besito peque ;)

Anónimo dijo...

la historia es preciosa, llena de amor bueno

juan dijo...

Cuando s ees pequeña o mejor dicho joven se tienen braguitas blancas puras y de princesa,pero... que sepas a...¿ violetas?
Me encanta una historia muy bonita y tierna esa señora que te ofrecio aquella violeta e hizo volar hacia ti el recuerdo de aquella tarde.
P.D. Me encantas cuando escribes porque no callas... y cuando no callas... matas con las palabras.

Petri dijo...

Que lindo,eres mágica.
Echo de menos la bicicleta...

Nela dijo...

Yo también tuve un profe de matemáticas. Y me tatuó miles de ecuaciones en la memoria. Qué tiempos aquellos...

Espera a la primavera, B... dijo...

"me acarició y yo no me atreví a moverme igualito que un reloj
varado en algún tiempo, con miedo sólo a que les diera por avanzar a las manillas..." Me encanta esa idea, la de quedarse atrapado en un tiempo. Como una barca queda varada suavemente en la arena, suave y lentamente, haciendo un surco que borran las olas justo un instante después.

Supongo que el pasado es algo así como una serie de recuerdos fijos donde se detuvo el tiempo, quizá por eso al simio que somos le encanta tanto verse en fotografías.

Un beso.

toni

PS: Cuidado con los tejados de zinc, hoy anuncian mucho calor.

PS2: Voy a publicar el comentario y la palabra de verificiación es "mishi". En catalán, gatita se dice "mixeta" donde la x se pronuncia sh. Y cuando se le tiene cariño y quieres que venga se dice "mishi, mishi..." Ya ves qué cosas.

Unknown dijo...

caray pues si que hacia calor.....

sabes? hay vidas que darian para varias novelas, no por las aventuras en si, sino por como te las cuentan

un besin

Bismark Estrada dijo...

Me ha gustado la forma en la que narras la historia.

Saludos