16 de febrero de 2010

No sabes lo que me odio, por rendirme a la certeza en días grises como hoy, en días extraños como hoy, en días de lluvías exactas como aquella en la que nos dijimos adiós por primera, única, y quizás última vez, aunque después hubiera muchas despedidas más, pero ninguna jamás volvió a saber o a quizás doler igual...
¿lo recuerdas?

No sé exactamente que es lo que estoy escribiendo aquí o lo que es peor que es lo que estoy haciendo aquí...

Iba a ser una poesía..creo, pero ya no sé como se hacían y además, iba a joderla irremisiblemente en la siguiente estrofa o párrafo o abismo, porque si pudieras...si quisieras contestarme y me dijeras: ¿A qué lluvía de todas las lluvías del mundo te refieres? y yo tuviera que responderte, diría algo así: Sí, hombre...aquella lluvía furiosa que se desmayó sobre los cristales de tu coche y mi tristeza aparcados en la Castellana al lado de canal, cuando salimos de ver la exposición de fotografía, esa que se titulaba "Culos"...

Y ahí, exactamente ahí ...en ese mismo momento, en el caso hipotético de que hubiera logrado convertir en poesía, en versos, o en suspiros todo lo anterior, (porque no sé si lo sabes, porque hace mucho tiempo, pero yo, ya no soy poeta, justo desde más o menos cualquier día de diciembre del dos mil siete sobre las cero cero y un minuto...) en el momento en el que hubiera dicho "culos", esta lluvía, la de hoy, esta exacta, esta y no otra, habría disuelto en cualquier charco de cualquier acera la palabra poesía...

Así que no lo voy a hacer...

Yo sólo estaba diciendo que no sabes lo que me odio por rendirme a la certeza en días grises como hoy, en días extraños como hoy, en días de lluvías exactas, como aquella en que nos dijimos adiós por última y primera vez, que no sabes lo que me odio, porque la última vez que sentí que estaba viva fuera solo entre tus brazos...


5 comentarios:

Espera a la primavera, B... dijo...

Decía mi profesor de narrativa que todo está escrito ya, que lo único que nos queda es escribir sobre lo mismo desde nuestro particular punto de vista. Todo adiós es la repetición de cientos de adioses anteriores, en cada despedida nos dejamos un poquito de nosotros, un poquito de lo que somos.

Hay adioses que son de quita y pon, hay personas que son como boomerangs, besos en los que la lengua se sabe la boca del otro, manos que encajan perfectamente en la piel ajena. Al final, querida gata, y a partir de cierta edad del alma vivimos orbitando un sentimiento sin atrevernos a posarnos en él creyendo que la gravedad nos impedirá volver de nuevo al espacio abierto.

Imagino que todo se reduce a saber si el amor es viajero o sedentario, aventurero o libro y chimenea. Supongo que lo que al final importa de veras es lo que sucede en el primero de todos los últimos besos.

Sara Royo dijo...

Hace tres o cuatro años, por mi cumple, mi hijo me hizo uno de los mejores regalos q he tenido nunca. Me djo "El amor más importante no es el primero, sino el último" (jodío niño, lo q me sorprende a veces). Pues tenía razón.
No sé cómo tomarme tu post. Si es un ejercicio literario de prosa poética, chapó, te ha quedado precioso.
Y por ciento, retiro lo q te dije en el comentario de tu entrada anterior. Ponte wena pero ya, q testás liando la cabeza!!!!!!!!
Besicos.

Maeglin dijo...

Me has encogido el corazón al tamaño de una nuez con estas letras. Tu lluvia también me caló.

Anónimo dijo...

qué triste te ponen estos dias tan grises,amiga! pero vamos, te ha quedado un post del carajo, y no es que haya que abusar de los malos dias que tiene una, pero esto de escribir nos hace descargar, como lo hizo aquella vez, la lluvia en los cristales del coche.

besotes

Nebroa dijo...

Seguro que sabes que no es cierto. Que te has sentido VIVA más veces, en otros brazos, en ninguno o en los tuyos. Lo sabes, aunque a veces nos guste regodearnos en la 'pre' poesía, que quiere contar cosas muy intensas y que marcaron un punto de nuestro camino...
No?