
Ayer mientras la tuve en brazos, con sus tres meses ya de ir hacía delante, mientras se dormía contando todos los besos que tenía para ella, mientras la abrazaba fuerte, y miraba afuera, y el mundo lloraba en el jardín, y ella, se enraízaba calentita, tan escasa, y tan grande a la vez, tan abandonada en mi,
pensaba en lo inmutable
y en el mar
y en el mar
y en que la vida me ha convertido en un ser creyente de solamente aquello que puedo tocar con dos cosas:
mis manos o mi risa.
La piedra del poema con la palabra -Gaviotas- se ha quedado varada encima del teclado en la esquinita de la izquierda, me pone triste verla ahí y si la miro, veo un mar.
Un mar que estará de todos modos. Como todo lo que de verdad es inmutable.
Y ella tan confiada entre mis manos, dejándose caer en mis dedos cerrados como un nido,
yo sosteniéndola- pensaba,
y ella conteniéndome a mí, tan pequeña...
Foto: Laura, hija de mi amiga Belén
7 comentarios:
Jo.
Me quede sin huesos.
Soy todo ternura, nada de dureza.
Besos.
La paz que se siente tener a un bebé dormidito en los brazos, ¿verdad?
Tienes un extra de sensibilidad, que te hace distinta. Es un halago inmenso creeme, y cierto.
Abrazos.
qué blanditos nos pone un ser tan perfecto...
me gusta ese mar, en él creerás.
Si es que, si es queee ainss...
Peca, gracias, viniendo de ti...emmm creo que me lo voy a tener que creer y todo. Abrazo(s)
La nena es preciosa.
Tu poema es precioso.
Gracias por tanta belleza.
Hola Sara cielo,
beso
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