21 de octubre de 2010

Lo que queda...

Me voy, me piro de viaje. Que hacía mucho, pero que mucho que no me movía a ningún lado (físico-externo-real), porque cuando pasas así una época en la que en fin, te pareces más al agua encerrada en una botella de plástico en el interior del bolso de plástico de Mango, de una quinceañera en una fiesta de la espuma, que a una persona con brazos y piernas, y tetas y ganas y eso, pues un día te sientas contigo misma (que es la cosa más aburrida, pero más útil que puede hacer uno a veces) y te interrogas (sin foco en los ojos, pero a veces si, con cañas entre las uñas de las manos cuasi ardiendo) y te contestas de verdad, es decir te joda o no la respuesta (esa es la parte más difícil, es como separar la paja del trigo en medio de un huracán, pero con el viento de cara - no sé si me explico-) y entonces aparecen ante ti las certezas, estaban ahí, joder pero tu no las veías, antes, pero lo que importa es que ahora si (y no, no voy a entrar en detalles que aunque sé que os puede el morbo - es broma- sé que se me está entendiendo casi todo), y entonces te vuelcas en lo pequeño-grande, que lo grande a secas es muy grande, en las cosas pequeñas-grandes, en las que valen, en las que llenan, como un beso y no más, como los amigos de verdad, como un libro, una película, un paisaje...

Decía que me piro de viaje, al otro lado del mundo de momento no,- que eso es para Diciembre...si eso- a otro sitio más cerquita.

En el año 93 (joder, no ha llovido ni na) conocí a 16 personas de mi edad. Nos remontamos a Málaga, una ciudad preciosa lamida por un mar inmenso, era verano, Julio, en la radio sonaban muchas cosas y Celtas Cortos, y en el hotel con mis padres me aburría como no se puede. Nos mirábamos de reojo en la piscina, cada uno en su esquina hasta que un día, alguien habló a alguien y todos nos hablamos. En 15 días no conseguí dormir ni una sola noche, nos escapábamos de copas a la ciudad, nos juntábamos en la habitación de alguno a leer en voz alta los trocitos verdes de Los Pilares de la Tierra, a tocar la guitarra, a peinarnos con los dedos, a soñar, a hablar, a imaginar, a decorar castillos en el aire...

Ha llovido mucho, sí, a pesar del cambio climático y de que EEUU compre sus emisiones de gases a países pobres para producir más gases a la atmósfera, pero durante todos esos años logré conservar la amistad de esas personas. Algunos se hicieron médicos, otros abogados, otros viajaron, otros farmaceúticos, y dos de nosotras periodistas.

B. hermana de E. siempre quiso trabajar en un gran medio de comunicación, y consiguió ser directora de una emisora de radio enorme. Era rubia, con unos ojos azules llenos de pestañas en los que cabía entero el mar Mediterráneo, y siempre iba subida a unos tacones tan altos que te entraba torticolis sólo de mirarla, hasta que un día - cuenta ella- la tocaron las pelotas y dando un tremendo portazo del despacho de su jefe dijo: "¿Sabes qué? que te den por culo, que yo me voy a vivir al campo" y allí sigue, tal y como la dejé hace cinco años después de pasar con ella y su hermana cinco días, en los que pude constatar que lo único que quedaba de la B que yo había conocido era que seguía siendo rubia, porque no se cambió el pantalón de pana marrón ni una sola vez, ni se descolgó los prismáticos del cuello ni cinco minutos- para ver las águilas de Sierra Aitana decía- ni pasó un sólo segundo sin que sus dos perros, su cabra y su oveja nos siguieran a todas partes incluso en el interior de la casa rural que todavía regenta con cariño y el otro día me llamó y me puso verde, me dijo

"tiaaa no tienes perdón, que hace cinco años que no te veo el pelo, desde que dije que estaba embarazada de A. y ahora A tiene ya 5 años, y he tenido a O. y como que a este no lo conoces todavía ni en cigoto, y que ya te vale...y que sepas que además tengo dos burros"
y yo que iba a hacer?, si no darle toda la razón...

Así que, me voy, me piro al campo, a buscar setas con mi A, con B. y con su hermana E. y con A que se quedó viviendo en Málaga y que puede que también se anime, y al que no vemos ninguna de las tres desde ese verano de música de verdad en la radio, de pendientes como cacerolas, de sueños de adolescentes del 93, a pasear con dos perros, dos cabras, dos burros...

Ellos, son algunas de mis cosas pequeñas-grandes, esas que te anidan en el corazón y que cuando estás bajito tiran de ti y te susurran al oído muy suavecito...
Pues resulta que era un rey que tenia tres hijas las metió en tres botijas ...


9 comentarios:

Jose Zúñiga dijo...

Lo pequeño es lo único grande, Gata. Feliz viaje.

Lucía dijo...

Buen viaje. Qué historia la de cuando conociste a 16 personas de tu edad. Y qué valor tu amiga rubia. Jeje.

Besos

Nela dijo...

Ais niña, que disfrutes mucho (en compañía de todo el abecedario) de todos los elementos. Respira hondo y si eso me cuentas, o te haces de una maleta más grande y otro día me llevas contigo. Muases!

Cesc Sales dijo...

Vuelve pronto, eh??

Darío dijo...

No te vayas sin decirme a dónde vas! Yo también me voy unos días, así que nos deseamos buen viaje y vuelveeeeeeee, que sin ti la vida se me vaaaaaaaa, sólo vuelveeeeeeeee, nadie ocupará tu lugaaaaaaaaaar...

Anónimo dijo...

Me parece un plan perfecto. Me apuntaba sin pensármelo.

Un beso

TORO SALVAJE dijo...

Si puedes quédate y no vuelvas.
Yo te regalo los prismáticos.

Saludos.

^^ dijo...

Disfruta del campo y sus sonidos!

guille dijo...

Me gusta lo que cuentas y como lo cuentas.

El otro lado del mundo es maravilloso.

Las cosas simples de la vida hacen maravilloso este lado.
Como pasear con una rubia, sus retoños, dos perros, cabras y burros.