Que es un soplo la vida...

Estoy contenta. Ayer salí por tercera vez, libre ya de obligaciones, desde que estoy aquí, en este país tan frío y extraño todavía. Al final vivir fuera de lo que uno conoció siempre, es igual a vivir en cualquier otro lugar, creo que el truco está tan sólo en convertirse en el único compañero de uno mismo.

Por primera vez caminé por la ciudad con ojos de turista. Advertí con sorpresa las rejas en las antiguas vidrieras de las iglesias más a mano de botellazos de borracho, y me sorprendí pensando con ternura en nuestro país. Entendí por la sola presencia de esas rejas, aun así forzadas para lograr romper las vidrieras, porque aquí miran asombrados, porque no entienden casi nada, las romerías del Rocío como zarandajas de pueblo subdesarrollado y añoré mi país y lo estreché dentro.

Entré en la catedral, y dí un paseo mirando las pinturas, los grabados y la gran bóveda. Un hombre que parecía hindú y que estaba sentado en la última fila de sillas de madera común, me seguía con la mirada, no supe muy bien si por fastidio o por curiosidad. Si estaba siendo yo la que le interrumpía a él o él a mi en nuestra soledad clerical. Hasta que me jodió tanto que puse los brazos en jarra, levanté la barbilla y le grité: "¿Qué?" en el idioma del país. A lo que le siguió un "nada" de su parte, dirigido más al cuello de su camisa que a mi persona. " Pues sigue rezando y deja de mirarme, que la virgen la tienes más arriba"

La vida transcurre lentamente, todo fluye. Al final, estés donde estés todo sigue hacia delante y es verdad que se es capaz de cualquier cosa, sobre todo, si uno no piensa mucho en ello.

Sigo demostrándome cosas. Han sido dos años duros, sólo por mi culpa. Ahora, quiero descubrir cosas diferentes que no tengan que ver con las personas.

Todos somos "aburridamente" iguales...

Yo quiero, mariposas en los ojos...