Ayer me pegó un grito de esos, y no es propio de él de verdad que no. Pero se me encogió algo por dentro que le vamos a hacer, no lo puedo evitar. Cuando me pasa eso me siento como los pañuelos de seda cuando se enganchan con algo por un sólo hilito pequeñito, que aunque sea muy pequeñito, se va a tomar por culo todo el pañuelo porque se frunce de tal manera por el roto que parece un entrecejo y parece que nos jura desde sus colores que ya nunca jamás volverá a ser el mismo pañuelo por mucho que lo estires. Nada más le dije: ¿Estás fumando? así con la última interrogación quizás como si estuviera subiendo el Everest, quizás sí fue por eso. Joder que a uno le pueden preguntar lo que sea, pero no cómo sea y en eso tiene la razón, que más raro es volverse pañuelo de seda y querer que a una la entiendan. Me llamó "tocapelotas" bueno en realidad no fue así, me dijo: "eres la mayor tocapelotas que he conocido en mi vida".Por eso vive conmigo...supongo.

Pero yo ayer, nada erre que erre, que me volví pañuelo y a tomar por saco, que si estás de mala hostia porque has dejado de fumar que te den, que yo no estoy para aguantar a nadie, si ni siquiera me aguanto yo esta semana, por no aguantarme no me aguanta ni mi pierna que el sábado por la noche se puso como que mucho peor, y decidió por su cuenta llamar imbéciles a todos los médicos que me vieron el jueves y decir a voz en grito "¡qué era una flebitis! ¡qué no os enteráis de nadaaaa!. A ver si volvéis todos a la facultad en fila india a reciclaros, !guapos!". Así que el plan de trabajo de mi casa que es como se dice encimera en francés, está lleno de medicinas para viejos. La pastilla rosa, los polvos naranjas, los blancos y la pastilla blanca, de momento esos son los únicos polvos que me como, en fín...ya vendrán tiempos mejores, digo yo. Y sino, pues ya lo dijo el tio de Florentino Ariza en Amor en tiempos del cólera que "uno viene al mundo ya con los polvos contados".
Y me ha dejado en el médico esta mañana y yo seguía refunfuñando, cuando me ha dicho: "Anda dame un besito infernal" y entonces de repente me he vuelto Ana Karenina y le he dicho muy digna desde muy arriba: "No quiero. Cuando me pidas perdón tendrás un beso" para cerrarle después la puerta en las narices. La lluvía fina que ha empezado a caer esta mañna o sea el chirimiri ese de quédate un minuto debajo que ya verás como te pongo ha hecho el resto añadiendo el dramatismo y la poesía justa a mi despectivo gesto aristocrático. Que bonito me ha quedado- pensaba yo mientras entraba en el centro de salud, pero es que yo pienso unas cosas a veces así como muy raras.

Y he esperado y he esperado y mira: "oye, joe y ¿sigo con esto? porque como duele" y mi doctora: "pues si que tiene mala pinta hoy o sea que el jueves debió de dolerte un huevo" (Y sí, ella es la que ha dicho "un huevo" )
Y cuando iba yo encaminándome hasta la puerta me ha sonado el móvil y en la pantalla ponía "amor de mi cruz llamando" que es así como le tengo puesto: ¿Si?, qué digo yo que estaba con un cliente cerca de casa entregando unos planos y que si quieres te recojo y te dejo en casa ya, porque lo mismo tu ya has terminado en el médico. Y cuando me he subido en el coche me ha puesto esos ojos, sí...esos, ya sabéis de los que os hablo, esos con esa mirada que los hace aún más azules, y ¡qué cabrón, pues no me me está haciendo el gato de la película de Shrek a posta!, y va y me dice "y que digo yo que si me das un beso, porque sino no puedo empezar este día,...ni ninguno", y yo me he torcido el pie de lo rápido que me he bajado de mi pedestal, porque cuando me pone esos ojos, esos en los que están escritos lo mucho que me quiere, lo mucho que hemos pasado, lo mucho que le he hecho a pasar, y aún así me sigue mirando de la misma forma, aunque no hable mucho y yo tenga más que cosas que leer al día que cosas que escuchar, pues soy yo misma la que me acabo diciendo: Joder Gema, es verdad eres la mayor tocapelotas del mundo mundial.

Así que no he empezado el día ni levantándome, ni tomándome el té, ni vístiéndome, ni cuando me ha dejado en el médico, ni con la lluvía karenina, sino cuando nos hemos dado ese beso, y cuando después él me ha dicho: cuanto nos queremos ¿verdad?,- así como quien no quiere la cosa, con esa frase tan sencilla, con esos ojos tan azules, con tantas lluvías ya detrás de las espaldas...

Menos mal que la tocedura de tobillo ha sido en la pierna buena...

Que bien saben los besos de verdad, aunque hayan tenido que pasar tantos años para darnos cuenta.
Sé que son sus besos para siempre por una sola razón, porque volvería a pasar por todo lo malo, por todo sin vacilar, sin saltarme nada para llegar a esta lluvía, la de hoy con él.

Te quiero mucho mi guiri (es que es belga y yo le llamo así :-)

PD: Gracias por no fumar nada desde hace tres semanas.